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Blog de Pilar

El empoderamiento femenino

Las mujeres debemos redescubrir nuestro poder

Una de las historias del mundo es la de cómo los hombres han sometido a las mujeres, reduciéndolas al mundo privado de los hogares y negándoles la capacidad de intervenir en lo público, y cómo las mujeres se han rebelado contra ese papel secundario y han logrado, con grandes esfuerzos, que al menos se les reconozcan algunos de sus derechos.

Esta lucha aún no ha terminado: en lo económico, en lo social o en lo cultural, las mujeres seguimos teniendo que demostrar más que cualquier hombre para poder estar a su par, y todavía soportamos la condescendencia desdeñosa de muchos hombres, cuando no el abierto desprecio por nuestra condición “inferior”.

Y un penoso efecto colateral de esta lucha es que las mujeres nos hemos masculinizado para poder competir en un mundo de machos, y que se han confundido y mezclado con la debilidad y la dependencia algunos de nuestros más profundos e íntimos valores, de modo que nos enfrentamos diariamente a un bombardeo de mensajes incompletos, confusos y contradictorios sobre nuestra propia naturaleza e identidad. Valga como ejemplo lo que titulaba no hace mucho el diario El Mundo, tildando de “vacas” a las madres que eligen dar el pecho a sus hijos.

El resultado es que muchas mujeres modernas están confusas sobre sí mismas y sus valores, sobre si deben esconder o mostrar sus verdaderos sentimientos, sobre sus modelos de referencia para actuar en su vida cotidiana, y lo peor, sobre lo que piensan y saben de sí mismas en su intimidad. Y como consecuencia, son infelices, en una profunda contradicción interna que se manifiesta en múltiples síntomas, psíquicos o somáticos, a los que la sociedad consumista y patriarcal les pone nombre, etiqueta y remedio; falsos remedios, por incompletos y por ignorar o peor, desdeñar, su causa más profunda.

Porque desconocer y rechazar aquello que forma parte de ti, que está en la base de tu propio ser, tiene por fuerza consecuencias desagradables. Por eso os propongo un camino de reflexión sobre los poderes de los principios femeninos, que nos ayude a descubrirnos a nosotras mismas, usando como herramienta el tarot y sus arcanos, que tratan y representan distintos arquetipos y vertientes de la feminidad desde un punto de vista mítico y esotérico, y por ello conectan con los valores más profundos y arraigados de lo femenino.

Y si tenemos que elegir un solo arcano para valorar la condición femenina, y reunir energías y fuerzas que nos hagan vernos a nosotras mismas con una nueva mirada, más positiva, activa y segura, la elegida ha de ser la Emperatriz. Emblema de los misterios femeninos de la fecundidad, del sexo y del embarazo, es la energía femenina que, con su intuición, se eleva por encima del mundo objetivo, hasta la esfera de la espiritualidad, capaz de conectar la mente temporal con las verdades más profundas del ser. Pero además reúne y encarna la sensualidad del amor, la armonía, la creatividad y un agudo sentido de la estética. El espíritu y la materia están unidos en esta figura por la imagen femenina, que es como un lazo entre el cielo y la tierra.

Intentemos reconocer en nosotras a la emperatriz que llevamos dentro, en todo lo relacionado con el disfrute de la vida, y los procesos de creación. Por supuesto, en el embarazo y la maternidad realizada, pero también en todos nuestros procesos creativos, espirituales, artísticos, de realización personal, de negocios, sentimentales... La Emperatriz representa el mundo físico, tangible, y nos enseña a conocer nuestras emociones y sentimientos a través de la autoexpresión, orientada hacia los aspectos concretos y materiales de la existencia.

La Emperatriz nos muestra el amor que hace que nuestra vida se desarrolle y crezca. Incondicional, abierto, amor por el puro placer de amar. En lugar de miedos e inseguridades, tinieblas y fatalidades, la Emperatriz llena nuestra vida de sentimientos y emociones, de alegría, felicidad y satisfacción. Porque sólo el amor puede hacer que las cosas florezcan y prosperen, alimentando y abonando el jardín de nuestras vidas. Con ella comprendemos que el secreto de la vida es el amor, y así revela e ilumina cuanto amamos, deseamos y alimentamos. Es la Madre de todo, diosa de la Tierra, de la fertilidad, de la ternura, el cariño y la dulzura. Ama a los niños, y todas las criaturas del mundo son sus hijos.

Y la Emperatriz nos habla muy especialmente a las mujeres de hoy en día, insatisfechas con nuestro cuerpo y nuestra apariencia, pendientes de lo que los demás quieren de nosotros, olvidadas de nuestras propias necesidades, y nos muestra que cada persona es bella por sí misma, sin necesidad de cambiar. Nos recuerda que debemos ser creativas ante las dificultades de la vida, aprender a luchar por nuestros derechos y a ser conscientes cuando se nos manipula o explota, no para quejarnos sin esperanza, sino para saber reaccionar a su debido tiempo, porque la Emperatriz es una mujer inteligente, que sabe desenvolverse en el mundo, que conoce su poder y su autoridad, pero está segura de sí misma, tranquila, esperando a usar ese poder en el momento oportuno.


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