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EL NUEVO ORÁCULO DE DELFOS

Las primeras referencias de la historia griega mencionan con fecuencia rocas y árboles parlantes; ríos, lagos, bosques estatuas y cuevas en los cuales moraban dioses, ninfas, náyades y daimones, los cuales, con frecuencia formulaban oráculos.

los oráculos más famosos de la antiguedad griega fueron los de Delfos y Latona, aunque abundaron en todo el mundo antiguo. Si bien ha sido imposible averiguar el origen de las profecías oraculares, se sabe que muchos de tales lugares ya eran considerados sagrados antes del nacimiento de la cultura helénica. El más famoso de los oráculos clásicos, el de Delfos continúa hoy como uno de los grandes misterios pendientes de resolver.

Estaba situado en un gran recinto sagrado al pie del monte Parnaso, en las montañas de la Fócida con una altitud de unos 700m sobre el nivel del mar y a unos nueve kilómetros y medio del golfo de Corinto. De las rocas de la montaña brotaban varios manantiales que formaban distintas fuentes. Una de las más conocidas era la fuente de Castalia, la cual estaba rodeada por un bosquecillo de laureles consagrados a Apolo. Cuenta la leyenda que en el monte Parnaso y cerca de esta fuente se reunían algunas divinidades, diosas del canto y la poesía -las musas- junto con las divinidades d elas propias fuentes llamadas náyades. En esas reuniones el dios Apolo tocaba la lira y las divinidades cantaban.

La palabra Delfos significa vientre y habría sido elegida por la forma de la caverna existente en dicho lugar cuya abertura que se hallaba en su interior llevaba a las profundidades de la tierra. Los griegos considraban al Oráculo de Delfos el ombligo de la tierra y a ésta un inmenso ser vivo personificado por la diosa Gea o Gaia. La conexión entre el principio de la revelación oracular y el oculto significado del ombligo es un importante secreto que forma parte de los antiguos misterios.

Parece ser que el nombre original del Oráculo fue Pitón, por ser aquel lugar la morada de la gran serpiente de dicho nombre, fabulosa criatura surgida del limo dejado por el gran diluvio que destruyó a todos los seres humanos excepto a dos: Deucalión y Pirra. Apolo, después de escalar el monte Parnaso, tras un prolongado combate mató a la serpiente Pitón y arrojó su cuerpo en la fisura de la cueva. A partir de ese momento el Dios Sol, -con el nombre de Apolo Pítico- comenzó a emitir sus oráculos desde aquel hermoso lugar. Pero el espíritu de Pitón permaneció en Delfos y era con ayuda de sus efluvios como las sacerdotisas de Apolo (Pitias o Pitonisas) entraban en contacto con el Dios.

Se sabe que la elección de las vírgenes sacerdotisas del oráculo se hacía sin ninguna distinción de clases. A la candidata sólo se le pedía que su vida y costumbres fueran irreprochables. El nombramiento era vitalicio y ellas se comprometían a vivir para siempre en el santuario. Durante los siglos de apogeo del oráculo fueron necesarias hasta tres pitonisas para poder atender con holgura las innumerables consultas que se recibían. Sobre el rito que se seguía en las consultas se conoce muy poco. Se sabe que la pitia se sentaba en un trípode que estaba en un espacio llamado aditum, al fondo del templo de Apolo. Está documentado el hecho de que los consultantes tenían unos días ante una entrevista con ella. Los consultantes eran de todo tipo, desde grandes reyes hasta gentes muy pobre. En primer lugar se ofrecía un sacrificio en el altar que había delante del tiempo, a continuación se pagaban las tasas correspondientes y por último el consultante se presentaba ante la pitia y hacía la consulta oralmente.

Aquiles Kostas. El nuevo Oráculo de Delfos. Editorial Sirio. Málaga 2005 


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